Por Antonio Perdomo Rodríguez
La “B”, la b ha pasado de ser eso una “B”, un guiño simbólico, la bisexualidad ha dejado de ser el etcétera de las orientaciones sexuales monosexuales. ¿Monosexismo? que “palabro” es este. Obviamente si buscamos en la RAE no existe como palabra del castellano, como tampoco existe la palabra “hembrismo”, ¿a saber qué intereses mueven a la RAE?. Que no los reconozca un grupo de gerontócratas machistas no significa que no exista, pues el monosexismo existe y está presente en nuestra vida cotidiana como lo está el sexismo.
La “B”, la b ha pasado de ser eso una “B”, un guiño simbólico, la bisexualidad ha dejado de ser el etcétera de las orientaciones sexuales monosexuales. ¿Monosexismo? que “palabro” es este. Obviamente si buscamos en la RAE no existe como palabra del castellano, como tampoco existe la palabra “hembrismo”, ¿a saber qué intereses mueven a la RAE?. Que no los reconozca un grupo de gerontócratas machistas no significa que no exista, pues el monosexismo existe y está presente en nuestra vida cotidiana como lo está el sexismo.
Definimos “monosexual” como cualquier persona atraída por la gente de no más de un género (o sexo) y que se identifica como tal (incluyendo heterosexuales, homosexuales [gais y lesbianas])
Nuestra sociedad es monosexista y por tanto bifóbica, el monosexismo no se ve, no se identifica, no se visualiza hasta el punto que no existe como palabra. Parece que hay miedo a incluirla en nuestros discursos LGBTIQ, y simplemente nos limitamos a incluir una “B” como ornamento, o pongo un etc para indicar que existen más orientaciones, pero no incluimos en nuestros discursos la raíz de donde parte la bifobia: “El monosexismo”
Hemos sido capaces de superar términos como heterosexismo o heteropatriarcado absolutamente incorporados en nuestros discursos, pero parece que hay miedo a incluir palabras que la sociedad no comprende, y hay que esperar a que sean conocidas para poderlas utilizar, justificamos así la bifobia en nuestros discursos, en nuestro activismo, y en campañas y acciones.
Pero gracias al tesón de activistas BIsexuales, es decir de personas no monosexuales, se ha incluido y “BIsibilizado” la verdadera raíz de la “Bifobia”, que no es la inclusión o no de una B ornamental o un etc, sino el “monosexismo”.
Finalmente entre cestos de peras y de manzanas brilla con una luz, que se me antoja, inagotable un precioso centro de TOMATES.
Felicidades y gracias a todxs esxs “BIactivistas” incansables y “pesadxs” y a las personas que han tenido la valentía de incorporar esta palabra en su discurso.
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