Por Antonio Perdomo Rodríguez y Jose S. Cabrera Pérez
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
¿Qué hace que el amor adquiera tal magnitud que ni la muerte
le pueda? ¿A qué se refería Becquer cuando habla de la llama del amor? Pero sobre
todo nos preguntamos ¿Qué es el amor?
El amor romántico es una de las formas posibles de expresar
nuestros afectos. Son amores complicados y en muchas ocasiones aparecen como
imposibles de resolver, cargados de “sufrimientos” e impregnados de ideas como “el
amor todo lo puede”, “amarse para toda la eternidad”. Se puede definir también
como la fusión de dos seres en una única entidad. Es la idea de la media
naranja o el alma gemela. Ese afán por complementarnos y encontrar nuestra
media naranja hace que muchas veces nos
neguemos como elementos autónomos y responsables, convirtiéndonos en esclavxs
del amor, lo cual puede llegar a justificar acciones y actitudes que de no
estar bajo el marco del pensamiento romántico no serían aceptadas.
Dentro de este contexto amoroso nos relacionamos de una
manera pautada, existiendo un “acuerdo” no pactado que todxs aceptamos sin cuestionarnos
y que además presuponemos como único modelo válido y legítimo. Así cuando
iniciamos una relación, aún sin haberlo consensuado presuponemos la monogamia,
los roles de géneros diferenciados, una idea de la fidelidad, unas prácticas
sexuales determinadas, el sometimiento de una de las partes (tradicionalmente
de la mujer), y la posesión de los cuerpos que, automáticamente se consideran
inaccesibles para el resto de la sociedad.
Este modelo de relación está siendo cuestionado desde
algunos movimientos feministas y LGBTIQ. En el se alimenta la desigualdad entre
las personas involucradas, es limitador en la autonomía personal, es un caldo
de cultivo para la violencia. Esta forma de amor se corresponde con una
sociedad construida en base a la división de géneros y favorece a una de las
partes de la pareja en detrimento de los deseos y necesidades de la otra.
Introducir en el imaginario social otras formas de relacionarse
entre géneros no está exento de ideas pre-establecidas y de situaciones que nos
violentan, normalmente por la falta de información, educación y comprensión en
cuanto a los pactos que sí se han consensuado y que sí se han hablado entre
quienes formamos dicha relación.
En las relaciones abiertas se tiene la idea de que todo
vale, de que los cuerpos de las personas que formamos dicha relación son
accesibles en cualquier momento, situación, contexto, lugar, en definitiva
somos cuerpos follables sin respetar los pactos que hemos consensuado, pues
para el resto son desconocidos, dando por hecho que el pacto existente es el “todo
vale”. Desde fuera no se tiene en cuenta que en las relaciones abiertas no todo
vale, que existen o pueden existir compromisos como por ejemplo: respetar espacios,
personas, situaciones, momentos, emociones, necesidades. En definitiva se trata
de “fidelidad”. No por ser pareja abierta tenemos que convertirnos en sujetos
sexuales exclusivamente, objetos de deseo accesibles para cualquier persona y
en cualquier lugar, sin tener en cuenta al
resto de personas que componen la relación. Bien al contrario en este tipo de
relaciones la base está en la honestidad, el respeto y la comunicación, en definitiva
la fidelidad al pacto, que sí ha sido consensuado previamente.
Si hasta aquí es complicada la cosa, vamos a liarla un poco
más. Hablemos ahora de relaciones poliamorosas, pero, ¿Qué es el poliamor?
“Poliamoría – Estado o práctica de tener más de una relación intima, simultánea,
amorosa, sexual (no necesariamente), con el pleno consentimiento y conocimiento
de todos los amores involucrados, enfatizando la búsqueda de relaciones
honestas, responsables, no-monógamas, intencionales y comprometidas. El
individuo que entra o se consideran a sí mismo emocionalmente capaz de tales
relaciones se define a sí mismo como poliamoroso, también llamado poli.” 1
Pero en una relación poliamorosa no todas las personas que
componemos esa relación tenemos que estar vinculadas entre nosotrxs, no todas
tenemos que tener relación afectiva y/o sexual con más de una, y no todas las
relaciones poliamorosas son o tienen que ser relaciones abiertas. Existen o
pueden existir tantos modelos de relaciones como pactos posibles.
Estos pactos no vinculan a personas ajenas al él. Por lo
tanto no es admisible que cualquier persona se adjudique el derecho de entrar a
formar parte sexualmente, aunque sólo sea por una noche, con alguna/s de las
personas integrantes de la relación.
Queremos decir, las personas que formamos relaciones
poliamorosas, sean o no relaciones abiertas, merecemos el mismo respeto que
cualquier otra persona que forme relaciones normativas, nuestros cuerpos son
nuestros, nos pertenecen a nosotrxs, y la gestión de nuestra sexualidad es
libre, pero eso sí, antes de intentar acceder a ellos deberías conocer nuestros
pactos, o al menos, no dar por hecho que nuestro pacto es la idea que tú tienes
de una relación abierta y/o poliamorosa, ¡ah!, y asegurarte previamente de que eres
bienvenidx.
Poliamoría. http://www.poliamoria.com/glosario.php