Por Antonio Perdomo Rodríguez
Cuando
enjuiciamos, valoramos, o comentamos las realidades de vida de otras
personas, y concretamente me refiero a las relaciones sentimentales,
afectivas y/o sexuales con o sin convivencia lo hacemos poniéndonos
en su lugar pero sin respetar a esa persona. Carecemos de toda
legitimidad, pues no hemos hecho el menor esfuerzo por conocer la
realidad de esas relaciones.
El
relativismo moral normativo es la posición prescriptiva según la
cual, al no haber ningún estándar moral universal por el que juzgar
a otros, debe respetarse el comportamiento de los demás aun cuando
sea contrario a nuestros estándares personales o culturales.
Contínuamente
estamos enjuiciando y somos enjuiciados , se me antoja un hábito tan
arraigado en nuestra cultura que hay quien puede pensar que es una
condición innata a los seres humanos, y lo que es peor puede haber
quien piense que su juicio al ser natural es soberano.
Como digo
continuamente estamos siendo enjuiciados por nuestros actos, nuestros
comentarios, nuestros proyectos de vida... y muchos de esos juicios o
críticas, a mi personalmente, al carecer de toda legitimidad me dan
bastante igual. Pero hace unos días recibí una pregunta de un
anónimo que me resultó, cuando menos, curiosa para reflexionar
sobre ella, decía así ¿cómo te sientes cuando sometes a
tu mejer”?. Sobra decir que no puedo satisfacer su
curiosidad por razones obvias, nunca he sometido a ninguna de mis
parejas.
Pero
obviemos la respuesta, entremos en la reflexión que me ha llevado a
escribir este artículo, si para juzgar una relación no normativa, y
como ya hemos visto antes, utilizamos nuestros códigos éticos y
morales ¿significa ello que la persona anónima llegó a la
conclusión de que en una relación no normativa la mujer está
sometida (en este caso una trieja de dos hombres y una mujer), relación cuyos
pactos desconoce, y emite esos juicios poniéndose en nuestro lugar, pero
aplicando su ética su moral y las normas que el presume válidas por ser las que imperan en las relaciones normativas?
Si la
respuesta fuera afirmativa, ello supondría que esta persona ¿no
concibe que en las relaciones afectivo sexuales las mujeres tengan
autonomía?, y por tanto ¿da por hecho que no se ha pactado la
relación y no se ha llegado a un consenso (que no mayoría) en
cuanto a la gestión de la misma?. Si las respuestas siguen siendo
afirmativas, entonces, para que una mujer no esté sometida ¿debo
anular su voluntad, o no permitirle expresar sus opiniones, deseos,
inquietudes... sobre la relación de la que debe ser parte activa?.
Es decir según esta persona ¿las mujeres deben ser parte pasiva de
la relación sin poder proponer, opinar y/o decidir sobre las misma?.
¿Debe ser el hombre entonces quien domine e imponga en cada momento
como debe ser la relación y que es lo mejor para la mujer?. Si la
respuesta sigue siendo afirmativa, eso tiene muchos nombres,
sometimiento, dominación, control, limitar la autonomía de la
voluntad, en definitiva VIOLENCIA.
Si, ya sé!,
hay quien pueda decir, pero es que según una corriente de
pensamiento, en realidad las mujeres no deciden libremente pues su
libertad esta condicionada por el sistema patriarcal en el que
vivimos. Mire usted pero es que nadie elegimos en libertad absoluta,
pues la libertad es relativa. Pero esto no debe hacernos caer en
paternalismos que puedan llevarnos a pensamientos y/o comentarios del
tipo: pobre mujer, claro ella que va a hacer, dónde va a ir, la
tiene sometida... pues ese paternalismo no deja de ser VIOLENCIA.
A estas
alturas creo que es hora ya de ver a las mujeres como personas
autónomas, pero no sólo en el campo económico y laboral, que está
muy bien, veámoslas también como seres capaces de gestionar su
autonomía de la voluntad.
No nos
limitemos, no limitemos, no impongamos a nadie un estilo de vida o de
relación por muy normativa y tradicional que sea. Aunque pensemos
que las mujeres no son capaces de elegir por si mismas relaciones
alternativas a las impuestas socialmente y que necesitan de nosotros
para que las guiemos, pues no solo nos equivocamos sino que además
estamos ejerciendo VIOLENCIA.
Así que
querido amigo anónimo, como diría una querida amiga: “¡Trabájatelo
Cari!”
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